Leyenda urbana: dícese de
aquel chisme popular que se ha repetido tantas veces, que ahora resulta que ha
sucedido en cada ciudad grande del país. Y cuyo protagonista no tiene nombre y
tampoco es conocido por el contador del mismo.
Habiendo aclarado eso, hoy
contaré una leyenda urbana, cuyo origen, imagino yo, fue un suculento chisme que
ha sido analizado, especulado, criticado, y digerido en un sinfín de mesas de restaurantes
donde felices mujeres se burlan de la desgracia ajena disfrutando de la otredad.
Resulta, [ojo: en este
momento la taza de café se toma con las dos manos, los codos se suben a la
mesa, rompiendo las normas del manual de Carreño, se inclina la espalda hacia
delante; se hace contacto visual con las otras mujeres de la mesa y se saborea
la historia que se está a punto de contar.] que una señora, madre de familia se
fue a las Vegas a la despedida de soltera de su comadre, figúrate a la Lolis
que te encuentras en el gimnasio a las once de la mañana.
Se van y bueno, yo
creo que compraron un paquete de esos con vuelo, hotel y desayunos incluidos
porque te acuerdas que al esposo de Susana no le está yendo nada bien…
[Aquí se debe hacer una
pausa para que las interlocutoras participen diciendo lo que saben del trabajo
del esposo de Susana.]
En fin, estando allá además de irse a comprar y supongo
que ir a algún show, se fueron a un "club" como los llaman del otro lado. Siendo despedida de soltera, la
futura novia pretende ponerse la fiesta de su vida porque tal vez la próxima
oportunidad que tenga sea en otra despedida de soltera, pero ¡oh, oh, ella es la última en casarse! Así que no
perderá la oportunidad.
El grupo de mujeres cortadas con la misma
tijera, inicia gastando en elegantes tragos, para terminar pidiendo jarras de
preparados de origen dudosos; observando lo que el mercado masculino les ofrece. La suertuda que logra hacer contacto visual
con un cuarentón, con canas en las sienes, delgado, eso ya es ganancia a esa
edad, y fornido: un plus; el extra: unas
pompis bien paraditas.
--Ligue: enganche emocional
basado en la atracción física de dos individuos.--
Uno, dos, tres, bailes;
cuatro, cinco, seis, tragos;
siete ocho, nueves besos.
Diez-once: el número de
habitación.
La aventura de su vida.
Después del acto sucede lo
raro: el cuarentón canoso deja un billete en el buró de la señora y ella sonriendo
lo toma.
¡Mala idea! [Leer con el tono utilizado en la cápsula
“Mala idea/buena idea” de Animaniacs.]
En ese momento el galán se
convierte en policía y arresta a la señora por prostitución, le pone las
esposas en las muñecas y la lleva a la
cárcel. ¿¡Quién lo diría!?
[Las mujeres de la mesa cortan su respiración, están impactadas.]
La pobre no puede disfrutar de su estado semi-etílico post-orgásmico,
porque cuando va recobrando el sentido se encuentra sentada en la comisaría de Las Vegas y le están extendiendo un teléfono preguntándole a dónde quiere hacer
su llamada.
Ella toma el auricular como un autómata y cuando va a marcar,
recuerda que debe llamar a sus amigas para salir de ahí en cuanto antes.
Conforme va marcando el número, un sentimiento de vergüenza la empieza a invadir y su cabeza entra en el
dilema de querer que le contesten pero a la vez no, para evitar las
explicaciones de su situación.
La amiga contesta
desconcertada y recibe el mensaje: deben pagar una cuantiosa multa
como fianza a cambio de su libertad.
La escena se puede venir a
tu cabeza, cómo un grupo de señoras bien tuvieron
que recortar su presupuesto para sacar a una del equipo de la cárcel.
Demostraron la amistad y el suceso quedó como una épica anécdota que nunca
contarían pero siempre recordarán.
La víctima quedó eternamente
agradecida y el viaje de regreso le sirvió como
tiempo de reflexión para decidir si confesaba o no su pecado, y con qué
sacerdote iría.
[Para este punto de la
historia las mujeres de la mesa van por la tercera taza de café y han juzgado
la promiscuidad de la señora, desaprobando su conducta, mientras la envidian
por dentro pues mueren por una aventura así. Todas sin excepción hacen su nota
mental: nunca tomar el dinero.]
[Quien cuenta la historia
disfruta que las mujeres se distraigan y dice con una sonrisa en la boca: “Y
eso no es toodoooo…”]
Meses después del incidente
y que la boda fuera un éxito y portada de las mejores revistas de sociales. La
familia de la señora decide pasar sus vacaciones de verano en Disney World.
[Momento culmen: la taza de
café se baja a la mesa, el cuerpo sigue inclinado hacia delante y se deja caer
la bomba.]
Los hijos emocionados,
viajan directo a la ciudad de Orlando y en la aduana se develó el secretito
cuando le impiden ingresar al país por antecedentes penales, fichada:
prostitución.
[Todas dejan sus tazas sobre
la mesa y se recargan en sus respaldos abriendo la boca con un “¡Nooooo…!” La
comunicadora asiente sonriendo y sus amigas se desarman en carcajadas.]
La familia se deshizo,
primero los hijos tienen un viaje frustrado al parque de diversiones, segundo,
el esposo le pide el divorcio y ahí se fue la reputación de la señora.
Esperemos que haya valido la pena esa noche, porque lo único que sabremos es
que lo que pasó en Las Vegas, no se quedó en Las Vegas.