viernes, 3 de octubre de 2014

La vida

La vida te da música y con la música conciertos en los que miles y miles de personas pueden estar en la misma sintonía, pueden cantar la misma canción y por un instante sus vidas se congelan en ese momento en que la banda dirige y ellos son un coro monumental que produce un sonido a la vez, y la piel se enchina porque la vibra va en la misma dirección y todos son un mismo sentimiento.

La vida te da bosques y con los bosques, refugios, paraísos, aventuras, descubrimientos.  La vida te da arte y con el arte, sentimientos y con sentimientos, emociones que compartes con personas. La vida te da salud, y con la salud te da energía, actitud, adrenalina para dar más. Te da corazón, te da un alma que sale a flote cuando tu cuerpo ya no puede más.

La vida te da humanos, y con los humanos te da familia, y tu familia puede ser tu cielo, tu hogar o tu infierno, tu cruz, el sacrificio de un origen que quieres rechazar pero no puedes dejarlo atrás.  La vida te da amigos y con los amigos, hermanos, socios, compadres, fiestas, más aventuras y con suerte en algunas ocasiones con los amigos, la vida te da amores.  

Y en los amores, la vida te da todo.

Pero en otras ocasiones, muy frecuentes ocasiones, la vida te puede quitar la salud o los amores o convertir el cielo que era tu familia, en un infierno insufrible. En el sacrificio de un origen que quieres rechazar pero no puedes dejarlo atrás.  Y es en ese momento cuando los bosques se vuelven más verdes y el arte más necesaria.  La música  se convierte en una droga, un escape, el refugio en que te escondes cerrando los ojos y subiendo el volumen.

 Y los amigos se convierten en terapeutas, consejeros, animadores, comediantes si es necesario.

Pero al final, cuando ya no queda nada que hacer, cuando la vida se ha llevado todo y no encuentras consuelo en bosques, pinturas, libros, ni canciones. Cuando alguien ha dejado la vida, los amigos quedan como receptores de lágrimas, gritos, reclamos, resentimientos y en silencio extienden sus brazos.


 “…y no queda más que aceptar y perdonar a la vida por ser una injusta, por ser una puta, una perra malagradecida... pero también, no queda más que abrazarla porque es lo más precioso que tenemos y sin lo cual no hubiéramos conocido nunca la felicidad.” Fragmento de una carta, de una relación epistolar,  que por azares de la modernidad nunca ha tocado el papel.

dbc






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